jueves, 28 de junio de 2012

Noche y Día. Simulación electoral. Por Sergio González Rodríguez

Sin paz, no hay democracia real, dice Javier Sicilia. Enrique Peña Nieto afirma: mi primer compromiso es recuperar la paz. Apenas sorprende que dos personajes tan antagónicos coincidan en conceptuar la prioridad de México. El primero irá a EEEU a extender su mensaje en una marcha pacifista. El segundo se dispone a llegar a la presidencia del País y focalizar el combate al crimen.

 ¿Qué tan lejos están ambos protagonistas políticos de lograr su objetivo de paz? Bastante lejos, porque se ha perdido de vista que la realidad mexicana de hoy implica la quiebra del Estado de derecho, cuya situación ha originado la pérdida de la paz social y el desastre institucional, la corrupción y la inseguridad generalizados. Si no hay paz en México, es debido a tal factor determinante.

Y las soluciones de por medio trascienden todo idealismo. En los diversos debates entre los candidatos a la presidencia ha sorprendido la retórica con la que se refieren a la realidad. Nadie esperaría que los candidatos emprendieran una campaña contra el propio sistema político que los sostienen, pero tampoco resulta admisible su enfoque acrítico frente al proceso de degradación institucional que ha conducido a México a la grave inseguridad y violencia del presente.

La corrupción, por ejemplo, ha estragado a todos los partidos políticos y a buena parte de sus operadores. La carencia del “imperio del la ley” y el velo de las campañas al respecto, tiene su complemento en la fantasía que encubren las propias propuestas políticas de los distintos candidatos, el alcance escaso de sus promesas, los límites de sus programas y proyectos. El engaño al electorado se vuelve así un elemento constante. Si fueran honestos, tendrían que reconocer que, sea el que sea quien llegue a la presidencia, los cambios podrán ser muchos, pero pocos los avances.

 Frente a los dos temas estratégicos para la ciudadanía (la seguridad-control de la violencia y el mejoramiento de la economía-empleo), los candidatos han sido incapaces de ofrecer respuestas satisfactorias, más allá de buenas intenciones, exigencias de reformas legislativas, diferencias de grado respecto de lo que el gobierno actual ha realizado. Esta ineptitud de los candidatos refleja su ignorancia de los asuntos de Estado, cuando mucho, tienen conocimientos gubernativos, y resalta su ceguera frente al nivel geopolítico de los problemas.

 La pérdida de la paz en México tiene que ver más con la quiebra del Estado de derecho que con alguna metafísica del mal, la falta de amor cristiano o la simple ineficacia de las autoridades. El grupo investigador interamericano denominado Southern Pulse elaboró un informe contundente sobre el futuro de los conflictos en México a partir del análisis del caso de Acapulco, donde las acciones del gobierno lograron un descenso de los homicidios pero dejaron intacto el negocio criminal. Con el título de “Acapulco Criminal Environment: June 2012”, Southern Pulse prevé que, hacia 2014, ni el Cártel de Sinaloa ni Los Zetas serán la principal fuente de violencia en México, que pasará a las manos de pandillas a partir de gran armamento y comunicaciones vía Internet y teléfonos celulares, cuyo poderío controlará a funcionarios y policías en Acapulco, Monterrey, Guadalajara y Juárez.

Los nexos entre los cárteles transnacionales y las pandillas se aproximarán a una sola unidad del crimen con amplio dominio territorial. Tal informe permite concluir que, detrás de la palabrería electoral, aguarda la normalización de la violencia comunitaria, el fortalecimiento del Estado represivo y la implantación de la máquina de guerra como resultado del estatus de México en tanto traspatio de EEUU. Ya se sabe: en situaciones bélicas, la primera víctima es la verdad.

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