viernes, 11 de mayo de 2012

El poder de las mayorias sub 20. Entrevista con Rossana Reguillo

Rossana Reguillo está en Guadalajara, México. Allí vive y trabaja desde hace muchos años como profesora-investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales en el Iteso, la Universidad Jesuita de Guadalajara, donde dice ser “parte del inventario”. La entrevista con Las/12 es vía telefónica y tiene por objeto conversar acerca de lo que representa ser joven hoy en América latina. Una tarea nada sencilla por cierto, pero que Reguillo –doctora en Ciencias Sociales especializada en Antropología Social– tiene como uno de sus temas de investigación. Su libro Culturas juveniles. Formas políticas del desencanto fue reeditado por Siglo XXI. Una versión revisada, con nueva introducción, un capítulo agregado y un glosario titulado Pequeña guía para extraviados, en honor a Carlos Monsiváis, de quien aprendió “la importancia de la comprensión y la escucha de las hablas particulares”.

 Su libro se ha convertido en un clásico que mantiene activo el complejo debate de las y los jóvenes. ¿Cuál cree que es la razón de su vigencia en el tiempo? 

 –Me parece que es un libro pensado y escrito con mucho trabajo de investigación, con mucha información de tipo empírico, conversaciones con los jóvenes en distintos países, en Argentina, en México, en El Salvador... Digamos que as un libro que aunque fue escrito en su conjunto a principios de la década del 2000 –y hay una actualización importante–, proyectó lo que iba a ser justamente la década que terminamos en 2010. De alguna manera fue un libro que abrió un debate, una discusión que mostró algunos territorios de reconfiguración de las identidades juveniles. Creo que su vigencia estriba en que las condiciones estructurales que le dieron sentido y origen no han mejorado, sino que se han agravado.

 En la introducción usted dice que un libro “nunca se termina”...

 –Esa es una frase de Aníbal Ford, a quien le debo mucho de este trabajo en concreto y de otros más. Cuando pones el punto final en un libro siempre se produce el efecto de “y si hubiera...”, o “tal vez mejoraría esto... o agregaría lo otro”. Lo cierto es que muchos de nosotros trabajamos por proyecto, no por publicaciones. Hay una frase muy contundenpe en este sentido de Rita Segatto, la antropóloga argentino-brasileña, que dice que ella escribe no para publicar sino para entender. En esa tesitura, yo creo que un libro jamás es un proyecto cerrado, y en la misma medida en la que los lectores van poniendo cosas de su cosecha, va habiendo diálogos. A mí este libro me ha traído diálogos con chavos que van de la Patagonia a Tijuana, y eso es muy halagador y muy confortante para el trabajo de una investigadora.

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