UNA SILUETA EN LA LOMA
Painalli Xipe Totec
Amanece. Desde acá arriba se ve el panteón. Mis hijos y su abuela, después de limpiar la tumba, apagan las velas y se van subiendo pa la casa. El cempasúchil quedó regado por todo el cementerio, los perros se acercan, buscan. La música se acabó y yo me quedé aquí en la loma pa esperarte, me persiguen unas llamitas azules, andan por el aire, ¡dizque nacen de los huesos de los muertos!
Vinieron a verme mis difuntitos. Se me acercaron los hijos que no se lograron, yo creo que se nos fueron por hambre. Hace un rato, apercibí al Atanasio, lo vi riéndose como siempre pero con una lágrima en su cachete. Junto a él, estaba la cajita blanca onde quedó la niña que nació muerta y que enterramos sin bautizar. Yo creo orita andará en el limbo como dicen en la iglesia.
Ese día que la perdí… me levanté, todavía ni amanecía, iba a moler el nixtamal. Comencé a sentir los dolores ai agachada encima del metate. Mi suegra me dijo:
—¡Qué mala cara trais! —Y eso que nunca se fijaba en mí.
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