jueves, 14 de abril de 2011

Un soldado en cada ni-ni te dio

El estudio México frente a la crisis.

En: http://campusmilenio.com.mx/

Hacia un nuevo curso de desarrollo, difundido hace más de año y medio, señala que la juventud enfrenta una crisis de expectativas y una falta de políticas para solventar su problemática. Más de año y medio ha pasado desde la difusión del estudio México frente a la crisis.

Hacia un nuevo curso de desarrollo, elaborado por un grupo de 17 especialistas mexicanos reunidos en Ciudad Universitaria, en la UNAM, que dio a conocer y puso en la mesa de debate la preocupante situación de los jóvenes en México. Se ha repetido hasta el cansancio que nuestro país posee un bono demográfico que podría traer beneficios respecto de la fuerza de trabajo. Sin embargo, parece que el Estado, si se ha percatado de tal situación, no ha comprendido la trascendencia de esta circunstancia.

El estudio señala que la juventud enfrenta una crisis de expectativas y una falta de políticas para solventar su problemática. Se recomendó, entonces, crear un observatorio de la juventud donde se pudiera dar un debate y alcanzar acuerdos entre los distintos actores relacionados. Pero las voces parecen no tener eco. Las actuales propuestas sobre qué hacer con los ni-nis (jóvenes que ni estudian ni trabajan) han llegado al absurdo y muestran lo alejado que se encuentran los políticos de la sociedad.




La petición del gobernador de Chihuahua, César Duarte, y la posterior iniciativa del Congreso local de exigir dos años de cárcel a los ni-nis que no realicen el servicio militar, parecen acabar todo tipo de debate. Los jóvenes quieren espacios, pero no donde el gobierno quiera. La situación es apremiante, pero no parece haber un plan para dar cauce a las necesidades de la juventud. Recientemente, el rector de la Universidad Nacional, José Narro Robles, comentó que para solucionar la situación de los 7.5 millones de ni-nis en México, se deben aumentar de manera significativa las oportunidades de educación medias superior y superior, así como las oportunidades de trabajo.




Las cifras son duras: apenas 12 millones de mexicanos cuentan con estudios profesionales, alrededor de 10 por ciento de la población total. Además, con las cifras de cobertura en educación superior rayando apenas 30 por ciento, la situación se agrava. En los recientes resultados del examen de admisión al Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México, resaltó que la máxima casa de estudios del país aceptó apenas a 6.3 por ciento de los más de 108 mil 430 aspirantes.



ESPACIOS EN LAS UNIVERSIDADES



Los pocos afortunados que tienen la oportunidad de ingresar a la educación superior, se enfrentan diariamente con problemas; se nota en los alumnos de las instituciones públicas. Es por ello que Campus platicó con algunos estudiantes acerca de los obstáculos que enfrentan constantemente para recibir una educación superior de calidad y su visión sobre el futuro del país. Los alumnos de universidades en México sufren todos los días los grandes problemas del país: pobreza, desigualdad, discriminación.

Así lo hacen notar ellos. Para Rodrigo Valadez, estudiante de psicología, la educación superior es denigrante. “Acabo de leer unas estadísticas donde ocho de cada diez jóvenes entre 20 y 24 años no tienen acceso a la educación superior. Es muy alarmante”, señaló. Y aunque la mayoría de los estudiantes entrevistados considera que sus carreras cumplen con sus expectativas de desarrollo, el acceso a la educación sigue siendo un tema pendiente. Para David Solano, estudiante de pedagogía, “no hay igualdad (en el acceso a la educación superior) porque no tienes las herramientas para lo que te pide el examen de ingreso, porque el mismo sistema no te las da”. Él considera que el primer problema, y el más fundamental, es el acceso a la universidad.

“La matrícula es de 10 por ciento, no hay un acceso tal a la universidad pública, incluso a las privadas. El pueblo no tiene el suficiente medio para estar en una universidad”. Cuando el alumno logra ingresar a la universidad, se encuentra con obstáculos a superar: falta de apoyo económico, maestros poco preparados y sistemas obsoletos. Martín Garza, estudiante de Química Farmacéutica Biológica, viajó de Coahuila al Distrito Federal porque “allá, los maestros no se comprometen con la carrera ni con sus clases. Aquí los maestros que me han tocado están muy bien preparados y son investigadores que saben mucho”.

Sin embargo, Jair González, de la misma carrera, considera que a pesar de la gran capacidad de los maestros, hacen falta recursos económicos para llevar a cabo proyectos. Además, él, como muchos otros alumnos, considera que la actualización es un gran problema. “Los planes de estudio ya no satisfacen las necesidades actuales en todos los ámbitos. Se tienen planes muy antiguos, realmente no sirven”. Humberto Tadeo, estudiante de Psicología de la Educación, también considera que la incorporación de la tecnología a la enseñanza es un tema que no se ha tratado en su totalidad.

“La mayoría son maestros mayores, como de 35 años hasta 70, 80 años que siguen dando sus clases. Nos enfrentamos a la técnica pasada y muchas veces cuando los alumnos tratan de vincularlos a la tecnología, parece que se están enfrentando a un mundo nuevo, simplemente no comprenden”. Además, muchos consideran que la interacción con los maestros no es la adecuada. Para Karina Peralta, estudiante de Arquitectura, hace falta dialogar. “No todos los maestros tienen esa libertad de pensamiento, siguen encerrados en que debe ser así y ellos piensan que nunca están equivocados”, consideró. A todo lo anterior, los alumnos agregan que estudiar una carrera es complejo, por la situación económica que enfrenta el país. Cuestionados acerca de la alta tasa de deserción en la educación superior, muchos consideran que la necesidad de trabajar es un impedimento para continuar en la universidad.

Para Alín Flores, estudiante de Arquitectura, “el problema fundamental que no concluyan su carrera se da desde la familia, cómo reciben la educación en su familia, en secundaria y primaria. Muchos no planean bien su vida por esas dificultades”. Respecto de los espacios para estudiar, la opinión está divida. Muchos consideran que no hay equidad en el acceso, otros estiman que los espacios están ahí, pero los propios alumnos no saben aprovecharlos.

Al ser cuestionados sobre lo que significa estudiar una carrera en la actualidad, algunos opinaron que además de servir para encontrar trabajo, los hace mejores personas. Para Carlos Rodríguez, estudiante de Mercadotecnia, estudiar “fomenta valores y reafirma los que traes desde tu familia”. Otros, incluso, fueron más allá. David Solano consideró que su carrera no lo hará rico, él busca “crear una mejor sociedad en cuanto al nivel sociocultural que existe en México. Para eso es importante, para crear una mejor sociedad”.

Lo mismo opinaron Alín Flores, Karina Peralta y Jerson Josué, estudiantes de Psicología de la Educación. “Es una formación, es una búsqueda de expresiones, intentar convertirte no en el hombre más rico ni en el más popular, sino en un hombre consciente. Para mí es prioritario estudiar”. Pero terminar una carrera no es fácil. En el caso de María de Lourdes y Yolanda Hernández, estudiantes de Educación Indígena, la tarea es doblemente complicada. A la extenuante tarea de viajar al Distrito Federal desde Chiapas para enrolarse a una universidad, se agrega el factor económico: pagar la renta de un lugar, el transporte, comidas y material didáctico.

Integrantes de la etnia tzotzil, Yolanda y María de Lourdes deben adaptarse a la ciudad, a otra manera de estudiar y a una nueva lengua. Además, la incertidumbre de retornar a su tierra natal, les da poco tiempo para titularse. “No sabemos si tenemos que regresar (a Chiapas) o qué sigue después de la escuela. En la universidad tenemos comedor y servicios muy baratos. Al salir, ya no tenemos los mismos beneficios, ni en el préstamo de libros para seguir estudiando”.

Para la mayoría, la educación no acaba con un título universitario. Prácticamente todos quieres estudiar un posgrado para conseguir un mejor trabajo, por motivación personal o porque su carrera no les da todas las herramientas necesarias para conseguir lo que buscan. De acuerdo con las cifras del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), apenas 20 por ciento de los estudiantes de licenciatura siguen un posgrado. Es decir, continuar con la educación no implica solamente desearlo. El deseo está ahí. Es ahora el Estado, junto con las instituciones, el que debe estar a la altura de los sueños de un pueblo ansioso de mejorar por el bien de su país.

salvador@elhablador.com.mx

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