lunes, 8 de noviembre de 2010

Análisis "Si nos dan a un@, nos dan a tod@s"

Antonio Flores Schroeder
Norte
2010-11-07
00:24:36

La agresión de dos policías federales contra el estudiante de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, José Darío Álvarez, puso otra vez a Ciudad Juárez en el ojo del huracán.

El incidente en donde casi pierde la vida el alumno de Sociología ocurrió el viernes 29 de octubre, paradójicamente, al finalizar una marcha pacífica en el interior del Instituto de Ciencias Biomédicas.

De acuerdo a testigos y al dictamen pericial, todo indica que el agente federal Roberto Gómez Cruz actuó como si estuviera en un campo de batalla. El oficial bajó de la camioneta, se hincó y apuntó su arma contra Darío mientras éste corría. Luego le disparó por la espalda en varias ocasiones. Una de esas balas casi lo mata.

El informe del Ministerio Público Federal indica que el joven cayó herido a cinco metros de la caseta de vigilancia y no en el exterior de la Universidad como pretendió hacer creer la Federal desde un principio. Lo que vino después fue igualmente aberrante. Varios de los elementos ingresaron al campus de la UACJ para intentar sacar a Darío y recoger las evidencias de los disparos, sin embargo, alumnos, maestros y guardias de la Universidad reaccionaron a tiempo.

Desde esa noche comenzó la movilización. El grupo radical tomó la dirección del ICB mientras que cientos de universitarios dolidos hasta el alma por la embestida de la Federal, lograron que la noticia le diera la vuelta al mundo en cuestión de horas. Durante la madrugada del sábado el incidente fue uno de los cinco principales temas en la red social de Twitter desde donde se convocó a una marcha para protestar contra la agresión de la Policía Federal.

La noche del martes tomaron las calles más de dos mil universitarios. Se les unieron algunas organizaciones sociales, médicos y profesores de la máxima casa de estudios. Lo sorprendente de la caminata fue el apoyo y la solidaridad de cientos de guiadores. Varios videos en Youtube dieron testimonio (uno de ellos: "Marcha. Si nos dan a un@ nos dan a tod@s") del respaldo ciudadano. Algo pocas veces visto en Juárez.

Pese a que las autoridades intentaron hacer creer que en el movimiento estudiantil participan sólo "revoltosos", izquierdistas y hasta drogadictos, la realidad es otra. Durante la marcha la inmensa mayoría de los participantes nada tenían que ver con ese tipo de versiones.

El llamado durante su discurso en el Instituto de Arquitectura y Diseño Gráfico (IADA) que hicieron los universitarios a los juarenses para rescatar a la ciudad, es simplemente admirable.

Tienen razón cuando acusan de "cínicos y descarados a los responsables de la seguridad de todos nosotros que no cumplen con lo más elemental de su trabajo: garantizarnos nuestro irrenunciable derecho a la libertad y a la vida" y, también que "se requiere de manera urgente la organización de la sociedad para rescatar a Ciudad Juárez del hoyo en el que se encuentra".

No mienten cuando cuestionan profundamente la imagen del gobierno y los abusos de la Policía Federal, tampoco cuando reclaman "que los juarenses en general merecen una mejor calidad de vida, ya que ha sido abandonada por los tres niveles de gobierno".

Los universitarios son quizá la última esperanza, porque ya vimos que ni los empresarios, ni las organizaciones sociales y menos los políticos, lograron algún cambio para bien de esta comunidad.

El movimiento estudiantil punto y aparte de un grupo minoritario identificado con la izquierda, tiene una voluntad transformadora que podría quedar atrapada en los cajones del olvido si los juarenses no le dan su apoyo.

Es inconcebible, por otra parte, que a estas alturas algunos profesores prohíban dentro de las aulas que los estudiantes se manifiesten a favor de la paz de Juárez.

Habría que recordar quizá los logros que se obtuvieron con el fenómeno social de 1968 que abrió las puertas a los cambios socioculturales que ocurrieron años después.

Las recientes marchas en Juárez, algunas con una amplia participación y otras no tanto, expresan un quiebre generacional que evoca la posibilidad del anhelado cambio que urge a la sociedad juarense.

La lección que están dando los universitarios es clara y contundente: Los jóvenes no son el futuro de Juárez, son el presente. Ahora más que nunca se requiere de la participación social organizada para formar parte en la formulación, ejecución y evaluación de políticas públicas.

Los juarenses anhelan paz y seguridad, pero han permanecido inmóviles ante la tragedia que ha embargado a la comunidad desde hace tres años. Hasta hoy se contabilizan más de 7 mil muertes violentas y el éxodo de más de 200 mil personas que fueron desplazadas por la guerra que libran diversos grupos del crimen organizado. Los secuestros y extorsiones se volvieron un lugar común.

Llegó la hora de reconocer el valor que tiene la participación social en la solución de las demandas más sentidas de los fronterizos.

La agresión contra Darío fue contra todos. Eso hay que entenderlo así. Los juarenses no pueden continuar dormidos ante la injusticia e impunidad. Es imposible vivir en una ciudad que se está desangrando mientras sus habitantes prefieren dormir el sueño de la irresponsabilidad social. Llegó el momento de rescatar los espacios públicos que perdimos, pero sobre todo, nuestra la libertad.

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