jueves, 5 de julio de 2012

Una lata de sardinas caduca por Lucía Raphael

El pasado viernes 22 de junio el presidente-consejero del IFE convocó, a través de los medios, a que los ciudadanos que no tuviéramos nuestra credencial para votar y estuviéramos en las listas nominales actualizadas, nos acercáramos a los módulos a realizar una «Demanda de juicio para la protección de los Derechos Políticos-Electorales del Ciudadano»; basándose en el artículo 264 del Cofipe. Quienes decidimos hacer un esfuerzo más para ejercer «nuestra obligación ciudadana» (en la que gastaron millones de pesos para hacernos conscientes de ella, hasta entre sueños), nos encontramos con un módulo abierto para efectuar el trámite, una larga fila de más de seis horas para llegar a nuestro turno, un equipo de funcionarios, agotados (el día anterior habían terminado a las 24 h.), 400 ciudadanos (por día) haciendo el trámite, y ninguna directiva clara por parte del TEPJF, de qué hacer con los demandantes, una vez generado el documento.

Desde que nos formamos, intentaron disuadirnos. Comenzaron por decirnos: «Vaya al otro módulo, de ahí saldrá en diez minutos», al final del día supimos que era una mentira, sólo tres módulos en toda la ciudad estaban realizando el trámite (fantasma) y estaban abarrotados. Un poco más tarde un funcionario salió a numerar unas cuarenta personas, con la idea de anunciarnos que no atenderían al resto. Yo me acerque a cuestionar su procedimiento junto con otros compañeros de fila y un poco más tarde, volvieron a dar otros 60 números más. Cuando me acerqué, una señora explicaba que en el TEPJF, a donde querían enviarnos después de hacer el trámite, le explicaron que «habían dado la orden a los módulos de dar la resolución in situ». A pesar de que la convocatoria era hasta las 20 horas de ese jueves 28 de junio; a las 16 horas el vocal del módulo decidió cerrar las puertas. Una larga fila esperaba afuera y lógicamente la gente se molestó. Comenzaron a golpear los ventanales y a gritar: ¡Queremos votar! con fuerza. Sabiamente volvieron a abrir.

El argumento final fue que tenían que pasar tres días para que la ficha de demanda pasara al área jurídica, de ahí a la instancia adecuada en el tribunal y una vez dictada la resolución por parte de un juez, nos la harían llegar a nuestro domicilio en un plazo de tres días. Cuando finalmente un amable funcionario me dio mi documento de demanda, tomó mis teléfonos, y me explicó que por ese medio me informarían los resultados. La resolución nunca llego.

Las preguntas exasperadas de la ciudadanía fueron: ¿Para qué abrir la posibilidad al ejercicio de un derecho, por principio caduco? ¿Por qué no tomaron las medidas adecuadas para su cumplimiento? ¿Cuántos años llevan ejerciendo sus funciones en el ámbito electoral, para que todavía NO entiendan que cuando una gestión exige una temporalidad, no tomarla en cuenta es síntoma de esquizofrenia burocrática y política? ¡Y sobre todo de ilegalidad! La conclusión, después de los resultados electorales, es que nuestra realidad es un continuum de ésta manera de hacer y de hacer mal.

No recibí ni llamada, ni resolución alguna, no se me permitió votar (para federales); aunque supe que la decisión era a discreción del presidente de casilla, y que en otras casillas si se les permitió votar a las personas en mi caso. A los presidentes de casilla, a los representantes del IFE, no se les dio ninguna dirección. Comenzaron algo para no terminarlo. En la mayoría de los casos, nos quedamos con nuestra frustración en una hoja tamaño oficio y la rabia frente al espectro de nuestro sistema, frente a la ineptitud de quienes tomaron estas medidas y su incapacidad para asumirlas. Haciéndonos cuestionarnos una vez más, sobre la seriedad de nuestras autoridades y del sistema autodestructivo en el que México está inmerso y que da la sensación, se hunde paso a paso sin remedio. ¿Y a usted cómo le fue?

Escritora e Investigadora IIJ - UNAM

learapha@gmail.com

@LUCIARAPHAEL11



http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/s3034.htm

No hay comentarios: