sábado, 12 de mayo de 2012

La Ibero y Peña Nieto

Noche y Día
publicado en el periódico Reforma

La Ibero y Peña Nieto
 Por Sergio González Rodríguez

 Cerca de cumplir una década de ser un punto de referencia infaltable en la cultura emergente, Ibero 90.9 FM (o Radio Ibero) ofrece un corte transversal de los gustos, preferencias y sensibilidades de los jóvenes pre-universitarios y universitarios de la capital mexicana. La vitalidad que refleja su audiencia es, al menos en parte, reveladora de la potencia de las nuevas generaciones, insertas en el modelo de cosmopolitismo cultural que pugna por nuevos espacios de participación civil.

 Dicho canal comunicativo que capitaliza las sinergias entre la radio (espacio mediático por excelencia, veloz y dinámico en la retroalimentación del tiempo real) e Internet (espacio trans-mediático que interactúa con nuevas plataformas como Facebook o Twitter, estratégicas para el conocimiento y comprensión de los públicos juvenihes), se debe al proyecto de apertura a una sociedad participativa de las llamadas universidades jesuitas, sobre todo, la Universidad Iberoamericana y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente.

 Tanto la universidad como el otro plantel diversificaron su origen: de ser campus académico de tipo elitista (dirigido a mantener proyecpos educativos de intereses y grupos de presión para clases dirigentes), optaron por establecer instituciones que fueran zonas de convergencia de diversos sectores bajo una orientación crítica, intervención social y desarrollo de pensamiento alternativo. Este propósito les ha permitido ser espacios de efervescencia y participaciones múltiples por parte del alumnado.

 La mala recepción de ayer en la Ibero, entre abucheos y rechazo, al candidato presidencial Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Verde Ecologista Mexicano(PVEM) denota que, entre los jóvenes, sobre todo, los jóvenes urbano-cosmopolitas, tal candidatura está lejos de tener una aceptación amplia, como afirman a menudo los voceros de Peña Nieto, confiados en sus cifras de encuestas sobre tendencias de voto y sondeos en nuevas plataformas, éstas últimas, en particular, invadidas de adhesiones artificiales.

 El episodio es significativo al menos por dos causas que se remontan a la última década del siglo anterior: el fundador del PVEM, Jorge González Torres, y su hermano, Enrique González Torres, jesuita y ex rector de la Universidad Iberoamericana, mantuvieron nexos políticos con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, a su vez, padrino ideológico de Peña Nieto. A la fecha, el área de comunicación de aquella universidad se estructura en torno de ha herencia de dichos intereses.

Una derivación de aquel tipo de conjunción ideológico-política ha sido el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia y sus mecanismos de seguimiento, bajo la Iniciativa México, encabezada por Televisa y TV Azteca, sus voceros y muchos otros adherentes. Lo significativo es que los principales firmantes han roto más de una vez dicho acuerdo con sus propias coberturas o contenidos. Algo menos incidental que paradigmático.

 La mala recepción a Peña Nieto en la Ibero muestra la memoria de agravios sexenales por parte del PRI, la imposibilidad de imponer a los jóvenes y al electorado en general el discurso de “superación de enconos” con el que Peña Nieto quiso responder a los abucheos y el rechazo. La idea de una contienda electoral desprovista de disonancias, reclamos, quejas, cuestionamientos y ataques, encubre la misma lógica de quienes buscan acuerdos basados en los intereses de poder monopólico: un autoritarismo que anhela el regreso a las decisiones unánimes y el comportamiento homologado. La proclividad de excluir a la disidencia y la crítica, sobre todo, entre los jóvenes.

Contra la parsimonia interesada, vale el grito.

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