lunes, 9 de abril de 2012

Libertad religiosa y cultura sexual

Por Gabriela Rodríguez en La Jornada

En Viernes Santo hablemos del catolicismo. Uno de los múltiples ángulos desde los cuales puede analizarse la libertad religiosa, punto crucial a impulsar por el Papa en su reciente visita a México, son las implicaciones que puede tener para el ejercicio de una sexualidad libre. Como sabemos, la libertad religiosa se intentó incluir en la reforma al artículo 24 constitucional desde antes que viniera Joseph Ratzinger a México, toda vez que es parte de la agenda del Vaticano y del PAN desde hace tiempo, y del PRI desde la pasada contienda electoral de 2009.

Por fortuna, el término no fue incluido en la redacción del artículo 24 que acaban de aprobar nuestros senadores, lo cual ocurrió gracias a que dos legisladoras y un legislador del PRD cambiaron en la iniciativa original el término de libertad religiosa por el de libertad de religión. Con ello evitaron que quedara en nuestra Constitución un concepto que para la jerarquía eclesial católica es permitir el proselitismo religioso en todo territorio e institución sin los límites que marca el Estado laico.

Está por verse si esa sutil diferencia logra aminorar su impacto en nuestras políticas públicas. Pero mi principal crítica no se centra en implicaciones tan certeras como que la libertad religiosa sustenta un proselitismo católico que desconoce los derechos de otros grupos religiosos y de los no creyentes, sino en la influencia sombría e inhumana que los conceptos católicos tienen en la cultura y forma de vivir la sexualidad, independientemente de la audiencia a quien se impongan.

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