miércoles, 25 de enero de 2012
Apología del Estado laico
Lo que llamamos Estado laico es un conjunto de reglas de convivencia entre personas de religiones diferentes y entre el Estado y las iglesias.
Y esas reglas se establecieron, hay que recordarlo, para terminar con las luchas entre católicos y protestantes que habían desangrado a Francia y otros países europeos.
Con el Edicto de Nantes (1698), se estableció la libertad de cultos en Francia.
Se toleraba la diversidad de creencias, pero había que ser discretos y no salir a la calle a proclamarlas a voz en cuello.
Hacerlo era una provocación y lo sigue siendo para quienes no comparten la religión de que se trate.
Por eso el coronel Adalberto Tejeda prohibió las procesiones cuando era gobernador del estado de Veracruz; el culto se debía realizar exclusivamente en las iglesias y en la intimidad de los hogares.
Por supuesto, se desvirtuaron sus medidas y se habló de “persecución religiosa”.
Trataba solamente de excluir lo religioso del espacio público y confinarlo a lo privado.
Las procesiones para Tejeda daban una mala imagen de México: la de un país atrasado, donde las masas empobrecidas hallaban consuelo en el culto a la virgen de Guadalupe.
Esa imagen, por desgracia, no ha perdido vigencia.
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