lunes, 12 de septiembre de 2011

SOBRE EL DERECHO A LA VERDAD

Por: José Enrique González Ruiz

Cuando se desata la guerra, la primera baja es la Verdad .

Desconfianza de la sociedad

Nada de extraño tiene que se desconfíe de una posible Comisión de la Verdad para que investigue los crímenes del Estado mexicano con motivo de sus guerras: la Sucia contra los disidentes políticos, y la emprendida “contra la delincuencia organizada”. Hay quienes dicen que será otro aparato del Estado que reforzará la impunidad; otros aseguran que sus integrantes se corromperán en cuanto empiecen a manejar recursos públicos; y algunos más la consideran inservible porque no tendrá facultades legales para llevar a juicio a los perpetradores de delitos de lesa humanidad. Ponen como ejemplo lo acontecido en otras naciones, donde las comisiones de la verdad han decepcionado a quienes luchan por la vigencia de los Derechos Humanos.

De modo que hay espacio y causas para la desconfianza. Máxime si vemos lo que ocurre con exmilitantes democráticos, enquistados en los partidos llamados de izquierda, que hacen el juego al poder y son parte ya de la casta gobernante.

Sólo que siempre hay que poner por delante la confianza y la esperanza. La primera, porque en la reserva íntima del ser humano hay siempre posibilidades de que proceda con apego a principios y no a intereses. La segunda, porque si caemos en la desesperanza, habremos perdido motivación para seguir adelante en la búsqueda de un mundo alternativo.

Con todo y que la Comisión de la Verdad es falible, también es el medio adecuado para conquistar el Derecho a la Verdad y para tratar de alcanzar la Justicia y la Reparación del daño que causan los delitos del Estado.

En qué consiste el Derecho a la Verdad


Para apreciar la magnitud del derecho a saber, a enterarnos, a conocer los detalles de hechos que han conmovido a la sociedad mexicana, tenemos que discernir en qué consiste ese Derecho a la Verdad. Se descompone en otros derechos de las víctimas y de la sociedad:

1.- Saber cuáles son los motivos que llevan a representantes del Estado a vulnerar gravemente el marco jurídico que norma la vida en sociedad. Cuáles los intereses que están detrás y cuáles los beneficios que obtienen.

2.- Conocer la identidad de los autores de tan graves delitos, para tratar de someterlos a la justicia. El perpetrador de este tipo de ilícitos es múltiple (pluriperpetrador), porque uno es el que ordena, otro el que dirige, otro el que ejecuta, otro el que proporciona la impunidad, otro el que dota de los elementos materiales para cometer el latrocinio y otro el que protege ocultando los hechos. Todos deben ser castigados para evitar la repetición.

3.- Enterarse de las circunstancias del delito, de forma tal que nada quede en la oscuridad. Es fundamental que se sepa cómo proceden los autores de estos crímenes, para que la sociedad esté preparada y pueda evitarlos.

4.- Estar al tanto de los procedimientos que se siga para sancionar a los perpetradores, con el propósito de impedir que la complicidad genere impunidad. Y

5.- Recibir información de las medidas que se tomarán a futuro (modificaciones legales, creación de instituciones, preparación de funcionarios, preservación de la memoria histórica, publicación y divulgación de los hechos, etc.) para que nunca más ocurran hechos similares.

La Justicia y la Reparación integral son inseparables de la Verdad

No hemos logrado en México Juzgar un solo criminal de lesa humanidad. La Comisión de la Verdad puede servir para acopiar pruebas que permitan que levemos a juicio a los perpetradores. Ello, siempre y cuando se constituya con ciudadanos que gocen de autoridad moral y cuente con facultades legales para preconstituir pruebas que obliguen al Ministerio Público a actuar.

La Reparación es el más delicado de estos temas, pero puede salvársele si la desglosamos en:

Reintegrar o revertir. O sea, volver las cosas a la situación que tenían antes de la violación a Derechos Humanos. Es la forma ideal de reparación, pero lamentablemente no siempre se puede conseguir.

Indemnizar, o sea entregar a la víctimas o sus descendientes (me resisto a decir beneficiarios en estos casos) una cantidad de dinero.

Satisfacer, o sea realizar un acto simbólico que revindique a la víctima en la consideración social.

Garantizar la no repetición.

Obviamente, será la manifestación libre de la víctima la que determine el tipo de reparación.

Es sencillo advertir que es éste un terreno resbaloso, que debe caminarse con gran precaución.

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