Las noticias de esta última semana muestran una vez más que la impunidad es el tema central a tratar en nuestro país si deseamos frenar la espiral de violencia que presenciamos día con día. Algunas de las notas , que retomo a manera de ejemplo, son más que explícitas en cuanto a la larga trayectoria de denuncias respecto a la vacuidad de los discursos ante la realidad vivida:
- Granados Chapa en su columna Plaza Pública del 7 de Julio nos recuerda que Lydia Cacho sigue siendo amenazada por las mafias que con apoyo político practican todo tipo de delitos incluyendo la pedofilia, pornografía y la trata de mujeres
- La Jornada reporta el 8 de julio que la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guanajuato no indaga los asesinatos de mujeres con protocolos de género
- Laura Castellanos y Jorge Lofredo nos muestran en su columna titulada “Isabel y Lucio”, publicada el 8 de julio en El Universal, que el asesinato de Isabel Ayala tiene una carga simbólica y política única porque profundiza la vorágine represiva contra el movimiento social y encarna la impunidad del capítulo de la guerra sucia en México.
- El 10 de julio en Juárez, Javier Sicilia declaró, en un acto conmemorativo por las mujeres brutalmente asesinadas en el lugar conocido como campo algodonero, que ese lugar “más que un campo algodonero, es un campo de sangre, que debe alentarnos a seguir en la lucha contra la impunidad”
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