En el lugar en el que fue abatida de un tiro en la cabeza la noche del 16 de diciembre, el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, encabezó la Celebración de la Palabra
CHIHUAHUA. Entre globos blancos, caras de tristeza, pancartas con las fotos de decenas de mujeres desaparecidas y con fuertes críticas hacia todos los niveles de gobierno, al cumplirse el primer mes del homicidio de Marisela Escobedo cientos de personas se reunieron en las puertas del Palacio de Gobierno, en la capital, para recordar a la activista.
En el lugar en el que fue abatida de un tiro en la cabeza la noche del 16 de diciembre, el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, encabezó la Celebración de la Palabra en la que recordó que el crimen de la luchadora social sigue impune al igual que el de miles de mujeres que han sido desaparecidas, abusadas y asesinadas en el país.
“Estamos aquí donde Marisela murió y su sangre aún clama justicia”, sostuvo el prelado, a quien previamente acompañaron en una marcha silenciosa alrededor de la sede del gobierno integrantes de organizaciones sociales, familiares de los 13 jóvenes asesinados en la comunidad de Creel hace dos años y otros ciudadanos.
“El acceso a la justicia para las mujeres víctimas de la violencia está negado, por eso dio la vida Marisela exigiendo justicia para su hija Rubí. Para el estado, las mujeres son desechables y a los asesinos de ellas los cobija la impunidad. Las mujeres sufren violaciones, violencia familiar, desapariciones de niñas y nadie investiga”. Vera leyó un comunicado en el que apoyó varias propuestas de activistas locales, como establecer una alerta de género en Chihuahua y que se tomen medidas para frenar violaciones a los derechos humanos por parte de los cuerpos policiacos y del Ejército.
Representantes de Nuestras Hijas de Regreso a Casa tomaron la palabra para denunciar que los homicidios de adolescentes se siguen registrando, particularmente en Ciudad Juárez, y las autoridades estatales y federales no han dado respuesta a sus demandas de justicia.
En el acto, también se recordó que sigue sin resolverse el asesinato de 13 personas en la comunidad de Creel, ocurrido el 18 de agosto de 2008. Por lo que se colocaron placas con los nombres de cada uno de ellos en una cruz que se ubica frente al Palacio, a un costado del monumento dedicado a las mujeres asesinadas en Chihuahua, en el que el obispo Vera agregó un papel con el nombre de Susana Chávez, activista en contra de la violencia de genero y que fue privada de la vida la semana pasada.
Luego del evento se celebró una misa en el templo de San Francisco, que fue encabezada por el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda, quien se abstuvo de hacer comentarios sobre el crimen de Marisela Escobedo o la inseguridad, y pidió a Vera que diera el sermón.
Sostuvo que le parecía una “sospechosa casualidad” que las autoridades de Chihuahua detuvieran a tres menores por el homicidio de Susana Chávez, ya que, dijo, es sabido que los adolescentes son fáciles de manipular para que acepten crímenes que no cometieron. Refirió que cada vez hay más riesgos para quienes luchan por los derechos humanos
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